La mayoría de los estudios de gestión de riesgos analizan los impactos de los eventos “El Niño Extraordinario”6 de 1982/83 y 1997/98, debido a la cadena de impactos devastadores en el Perú y otras regiones del mundo.
Hasta antes de El Niño de 1982/83, se había documentado varios eventos conocidos como “Niño
Canónico” (Rasmusson y Carpenter, 1982), en función de su evolución temporal, es decir, cuando el calentamiento del mar se inicia en la costa peruana durante el otoño y se extiende hacia el oeste, con un máximo calentamiento en el Pacífico central-oriental durante el verano siguiente. El Niño de 1982/83 rompió estos esquemas.
Investigaciones recientes (Ashok et al., 2007; Ashok y Yamagata, 2009; Takahashi et al, 2011) dan cuenta de otro patrón de anomalías de temperatura superficial en el Pacífico central que no necesariamente llega a acoplarse con el Pacífico oriental, constituyéndose en el segundo modo dominante de variabilidad interanual en el Pacífico tropical, y se le conoce como “Niño Modoki”7, cuyas características incluyen el escaso efecto en las temperaturas del agua, del aire y en las lluvias en la costa peruana, aun cuando pueden seguir generando impactos remotos en otras
partes del Perú y del mundo.
Pero El Niño no actúa solo, sobre él se acopla otro fenómeno conocido como la “Oscilación Decadal del Pacífico” (PDO8 por sus siglas en inglés), la cual es una fluctuación natural que alterna fases de calentamiento y de enfriamiento cada 20 o 30 años, detectable a través de la medición de la temperatura superficial del Pacífico norte (al norte del paralelo 20). Estudios indican que
esta oscilación natural, determinaría la frecuencia e intensidad de El Niño
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario